1 de septiembre
XXII Domingo
Hb 12, 18-19.22-24 Os habéis acercado a la ciudad del Dios vivo
Eres un Dios vivo, un Dios de vida, un Dios que te haces presente en mis días y en mis noches, en las que despierto antes de los levantes de la aurora salgo a buscarte. Te encuentro en mis murallas, en mis calles, en mis plazas, en mi alcoba interior, en los jardines, fuente de mis aguas, eres tú, Señor, Dios mío. Amaré al Señor con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, con toda mi alma, con todo mi ser.