Nos hundimos

1 de julio
Martes XIII

Mt 8, 23-27 ¡Señor, sálvanos que nos hundimos!

El mar nos traga, Señor. La barca es demasiado frágil. Nosotros estamos llenos de cobardía, no tenemos valor de seguir luchando contra los imponderables, contra las fuerzas de la naturaleza, contra ¿el destino?. Paree que tú duermes, que no va contigo ni la tormenta, ni el oleaje, ni nuestro miedo. ¿No temes tú el naufragio de la muerte? Perón Señor, pero no tengo más remedio que despertarte y decirte, con una mezcla de confianza y pánico: ¡sálvanos, Señor, que nos hundimos!

Un comentario en “Nos hundimos”

  1. ¡Señor, salvame que me hundo!. Repito esta frase cuando me siento hundir, cuando tengo miedo, cuando me siento sola, cuando los problemas de la vida me atenazan y solo veo a mi alrededor olas gigantescas que me tapan y no puedo luchar contra ellas.
    Y me creo que duermes y no me escuchas, y te tengo que despertar porque soy cobarde, porque me falta valor, porque me ahogo…
    Luego escucho tu voz que me llama «cobarde», que me habla de mi falta de fe, y entonces te pido perdón porque ha sido el miedo el que me ha hecho titubear y creerme que dormías.
    El viento y el agua te obedecen y yo, a veces, me hundo. Perdón Señor.

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