Mc 4, 35-41 Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?
Querría dirigirme a Ti, confiadamente, con fe, con la seguridad de lo que espero, en los momentos de zozobra y de tormenta interna, en las situaciones de sinsentido. Quiero dirigirme a ti, Señor, para interrogarte, en nombre de todos los que padecen los naufragios personales, o sociales, o institucionales, los que están en crisis y solo experimentan que se hunden. Acercarme con fe y decirte, Maestro…
Gracias Señor por las situaciones de miedo y de fracaso que nos hacen comprender en nuestro corazón que te necesitamos de verdad, que nos hacen acudir a ti y pedirte que nos salves.
Y es en esos momentos cuando más te reconozco en mi vida, cuando tras aceptarlos salgo fortalecida por que en Tí confío, y me abandono, y solo entonces soy consciente de Tu infinito amor, Padre, porque es la sensación de tu ausencia lo que provoca que vuelva a Ti.