16 de septiembre
Martes XXIV
Lc 7, 11-17 No llores
Leo tu evangelio de hoy, Señor, y re contemplo mirando la realidad, atenlo que sucede a tu alrededor, a la entrada de Naím. La viuda que va a enterrar a su único hijo, el que asegura su nombre y su existencia. La realidad te interpela en su misterio. El ser humano te mueve a la compasión: no llores. Muchacho, a ti te lo digo, levántate. Y se lo entregó a su madre…
Hazme tuyo, como tú, para ti, Señor.
Escribió Josefa:
Una vez más, Jesús se conmueve ante el sufrimiento de una madre.
Ese encuentro no es fortuito, nos hace ver que Él está atento ante nuestras necesidades.
Quiero ser parte de ese trabajo, y saber ayudar a los más necesitados. ¡Gracias Señor por socorrernos siempre!
Pon tus ojos en mis ojos para que pueda llevarte más allá de la muerte