3 de junio
Miércoles IX
Tobit 3,1-11a.16-17a Señor, acuérdate de mí y mírame
Incapaz de articular palabras, acudo a tu palabra para suplicarte en nombre de toda la humanidad que sufre la desigualdad y la injusticia por mi abundancia y riqueza. Por los inmigrantes que tratan de cruzar el Mediterráneo y arriesgan sus vidas. Por los descartados de nuestra sociedad. Por los perseguidos por su fe. Por los que padecen hambre. Por los que no tienen ni la posibilidad de dirigirse a ti, pues no te conocen. Señor, acuérdate de mí, mírame.
Nano, se me hace un nudo en la garganta al leer tú reflexión.
Solo me queda pedir perdón por mis negligencias.
Mi compromiso de hoy es orar por la humanidad dolida y abandonada.
Por mi abundancia y riqueza, por mi indiferencia.. Señor, acuérdate de mi, mírame.
Hace muchos años, en medio de una situación complicada, pensé “si muero bien y si vivo también”
No recé, porque no sabía ni quería
Tampoco sé si es más duro aceptar la vida o mirar la muerte, pero sé que gracias a esa situación de pobreza absoluta nunca más he vuelto a sentirme abandonada.
Jesús me visitó
¡Que hermosa oración!. «Señor, acuérdate de mí y mírame». Mira cuando sufro, cuando lloro, cuando tengo miedo, mira cuando sonrío, cuando rezo, cuando te llamo. Mira a mis hermanos los que abandonan su hogar perseguidos, los que no tienen pan, los que no tienen suelo donde recostarse, los que están perdidos sin ti. Mira sus lágrimas, sus soledades, sus miedos. Acuérdate de ellos, acuérdate de mí. Mi fe se convertirá en oración con el que sufre, acompañará al que sale huyendo. Tu mirada será su consuelo, mi consuelo. Tu recuerdo y tu mirada son la Vida.