10 de julio
Martes XIV semana
Gn 32, 22-32 Un hombre luchó con él hasta la aurora.
Tras la lucha en el torrente Yaboc Jacob sale bendecido, fortalecido y cojo, pues su contrincante, ¿Dios mismo?, le ha paralizado un tendón. “He visto a Dios cara a cara y he quedado vivo”.
Así, en tantas luchas contigo, Señor, en tantas noches, en tantos momentos de cuerpo a cuerpo con tu misterio, me paralizas, me dejas cojo, y al mismo tiempo me bendices y me haces ver tu rostro. Y quedo, para siempre, marcado por ti. Inexplicablemente.