28 de febrero
Jueves II de cuaresma
Lc 16, 19-51 Había un hombre que se vestía de púrpura y lino
Ese soy yo. Esa es la humanidad engordada en la injusticia social: banqueteando en la abundancia, espléndidamente, cada día. Con miles de productos muy dispensables al alcance de la mano, y del bolsillo, en las estanterías de los supermercados. De esos mismos supermercados donde, de noche, van a revolver basura los lázaros de nuestra sociedad. Ya que tengo riquezas, señor, hazme rico en misericordia y compasión, ábreme a mi propia carne humana en el necesitado.
En la opulencia
el ser que me has dado
pierde su gran ser
En los comienzos dijo Dios: «¿dónde está tu hermano?»
Desgraciadamente seguimos viendo ésta narración Bíblica.
Hoy prevalece, el que más acopio de cosas hace.
Tengo que agradecer siempre a Dios, los primeros pasos en mi fe, mi padre nos fue instruyendo en saber valorar lo que Dios nos daba, y si alguno venía a casa por algo, lo nuestro era suyo.
Si en la vida no nos creáramos necesidades falsas, no habrían tantos Lázaros, ni tanta injusticia en el mundo.
¡Siempre me conmueve éste evangelio!
«Soy solamente un peregrino…» ha dicho en su despedida S.S. Benedicto XVI.
En su Pontificado con sus Encíclicas, sus visitas, su bendición y su sonrisa nos ha iluminado a todos, creyentes y agnósticos. Su vida y ejemplo continuará haciéndolo. ¡Que Dios le acompañe!