6 de enero
Epifanía del Señor
Mt 2, 1-12 Cayendo de rodillas le adoraron
A ti, hermosura infinita, que hoy te manifiestas como luz del mundo, luz que ilumina los confines de la tierra. La gloria de Dios amanece sobre nosotros, como resplandor de la aurora. Y mi corazón se asombra y se ensancha, aturdido de poder contemplar tanta belleza, tanto misterio en tan poco y tan pobre. Te revelas Señor. En belleza y majestad. Y me abro a tu amor infinito y te adoro.
Señor, hoy te manifiestas a los que, viendo tu estrella, decidieron seguirla para encontrarte; seguramente fueron muchos los que la vieron y por comodidad, o cualquier otra escusa, no la siguieron. Hoy quiero ver tu estrella y sentir tu llamada. Hoy junto con los magos, quiero ofrecerte mis regalos: Con el oro yo te presento lo mejor de mí, lo mejor que tengo y que tú me has dado; con el incienso quiero impregnarme de tu olor, del olor de Cristo para que los demás puedan oler, ver y creer; con la mirra también te presento mis sufrimientos, penas y angustias que no faltan en mi vida. Bendice estos presentes y guardalos en tu Reino.