24 de diciembre
Misa matutina
Lc 1, 67-79 Bendito sea el Señor
Bendito seas, Señor, porque vienes y al mismo tiempo estás, porque eres la fuente de la vida, el origen de todo lo creado, la plenitud a la que nos llamas, la carne de nuestra carne, el beso de nuestro amor. En tu abrazo entrañable se funde la humanidad. Bendito seas, Señor. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor, anunciaré tu fidelidad por todas la edades.
¿Cómo haré para acogerte? ¿querrás quedarte? ¿sabré recibirte?
¿cómo preparar algo para el dueño de todo?
¿cómo esperar del que todo espera?
Silencio
todo un Dios nace
no lleva nada, no dice nada, no pregunta nada
Solo te mira y sonríe