3 de diciembre
Martes I de adviento
Is 11, 1-10 Brotará un renuevo
Y así es, Señor, en medio del invierno tu Iglesia brota renovada en medio de nuestra humanidad, y se muestra como madre llena prudencia, de sabiduría, dando su consejo y su valentía, manifestándose llena de tu amor, juzgando a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados, rica en misericordia. Y todos contemplan admirados, pasmados y enternecidos el obrar de tu espíritu, que nos sigue desconcertando.
Todo es tuyo y solo tú me conoces
Conoces mis movimientos y mis silencios
mis noches de fuego y mis días de niebla
mis guerras, mis treguas, mis olvidos
Me conoces porque soy tu hija
Te conozco porque eres mi padre
Todo es tuyo y solo tú me conoces
Conoces mis movimientos y mis silencios
mis noches de fuego y mis días de niebla
mis guerras, mis treguas, mis olvidos
Conozco tu alegría, tu paz y tu furia
tu espera y tu paciencia
tu música callada, tu voz enamorada
Me conoces porque soy tu hija
Te conozco porque eres mi padre
Expectante, llena de alegría, ante esa maravillosa venida, que siempre es actual, se hace vida en nosotros. ¡¡Gracias Señor Jesús, por tu humanidad divina!!