14 de noviembre
Sábado XXXI
Sab 18,14-16 Un silencio sereno lo envolvía todo
En ese silencio estás diciéndote. Tu palabra siembra la tierra de tu misericordia. Entraña encarnada. Los cielos proclaman tu gloria. El día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Envuelto en tu amor.
Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte”
Perdónanos
por tanto horror
por tanta avaricia
por tanto egoísmo, incomprensión, odio, envidia…
Perdónanos por tanto miedo
……………………
Y los ojos de los niños se rompieron cuando la muerte extendió su mano
Dentro de éste silencio,clamo al Señor de la Paz.
Que tenga misericordia de nosotros, que su mensaje llegue a todos los hombres y podamos vivir en Paz.
El silencio de hoy es atronador. Un silencio sereno lo envuelve todo. Un silencio de muerte y dolor, un silencio que acompaña a los que lloran, a los que sufren, un silencio que nos invita a rezar para que no haya más odio, para que haya paz, la paz que tú, Señor, nos das y nos regalas y que nosotros aquí no sabemos administrar.
Hoy mi grito es para pedirte perdón por mi silencio. Hoy mi grito es para pedirte que hagas ver a los que matan lo grande de tu amor y de tu perdón. Que todos seamos hermanos, hijos tuyos.