Llanto

30 de enero
Martes IV

II Sam 18,9-10.14b.24-25a. 31-9,3 ¡Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón, quien me diera haber muerto en tu lugar!

El llanto del amor herido. El dolor desgarrado de un padre que perdón al hijo que planea su muerte. El ofrecer la vida en sustitución. El desconsuelo sin fin. Y así, en medio de lo humano, Señor, apareces, te muestras, nos muestras cómo actúas en nuestra historia, en lo recóndito de nuestros corazones, en sus pasiones, en nuestra existencia, que es puro don tuyo.