18 de noviembre
Sábado XXXII
Sab 18, 14-16 Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra
Es tu Pascua, tu paso, ahora mismo, por mi vida, liberándome de mi propia esclavitud, encarnándote en mi ser, protegiéndome con tu mano, haciéndome contemplar prodigios admirables, alabándote a ti, mi libertador.