29 de julio
Miércoles XVI
Ex 34, 29-35 Tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor
Claro, te contempló y quedó radiante, sus ojos te muestran, tu mirada deja transparente el iris de su frente, su cara te muestra, su respiración de sigue anhelando después del encuentro, su mente de acaricia, te acuna, de desea, de recuerda, todo él es todo tú, todo tú todo tú tras el velo que vela la presencia de tu encuentro. En fin, verte y no morir, ser semejante a ti y transmitir tu amor de generación en generación. Como María.