18 de noviembre
lunes XXXIII
Lc 18, 35-43 Jesús, hijo de David, ten compasión de mi
Es la oración incesante, que se hace una con la respiración, con los latidos del corazón. Es la oración que te dirijo con mi existencia, vuelta hacia ti. Es la oración del que se sabe en tus manos, con un corazón agradecido. Es la oración del que todo lo espera de ti, pues sabe que sin ti no es nada. No soy nada. Jesús, hijo de David, ten misericordia de mi. Que vea. Que te vea.