Sin reconocerte

22 de noviembre
Jueves XXXIII

Lc 19, 41-44 No  reconociste el momento de mi venida

¡Qué duras tus palabras; Señor, en este evangelio! ¡Qué verdaderas, qué reales! Sin reconocerte, sin acogerte, sin abrirme a tu venida –cada día, de tantas formas, siempre asombrando, siempre en lo cotidiano y en lo profundidad de lo más sencillo- se siento sitiado, cercado, arrasado, sin que quede en pie piedra sobre piedra de las construcciones que había hecho, que hago, a mi medida, apartado de ti. Por no reconocerte la luz se me vuelve tiniebla vacía.

2 opiniones en “Sin reconocerte”

  1. Jesús llora por Jerusalén. Jerusalén, regada con sangre, sudor y lágrimas de Cristo. La tierra prometida. La Jerusalén Celeste. Qué iba a saber ella de su dolor, de su oración, y de su amor, me conmueven las lágrimas del Maestro, su tremenda soledad en esas tierras, de sus gentes, que El tanto ama.
    Yo siento nostalgia de ver al Señor, su andadura evangelizadora, las curaciones a tantos lisiados del cuerpo y del alma. Señor, quiero verte ahora por nuestras calles, acogerte, sonreírte. Dime señor, que todavía estoy a tiempo, para no desecharte, para secar tus lágrimas con mis besos.

  2. Jesús se acerca a Jerusalén y llora. Jesús se acerca a nosotros y llora.
    ¡Que triste me siento viendo a Jesús llorar! ¡Que duras son sus palabras y sus lágrimas!
    Llora por nosotros, porque nos ve rodeados de enemigos, y Él que es nuestro amigo, llora….
    Él sabe que nos apartamos de su lado y por eso llora.
    Y yo hoy me pongo a llorar porque a veces me aparto de su camino, abandono la casa del Padre. Por eso mi oración de hoy es: Señor que comprenda lo que conduce a la paz, que comprenda lo que me lleva a ti, a la salvación.

Comentarios cerrados.