1 de junio
Sábado VIII
Ecl 51, 17-27 Deseé la sabiduría con toda el alma
Deseo de ti, sed de ti, de tu sabiduría, que es tu ser. Hacia ti me muevo porque tú me mueves. En ti pongo mi anhelo porque tú pones en mí esa aspiración. Mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa. Te deseo como desea el centinela la aurora, la cierva las corrientes de agua, la sequía la lluvia, el pecador el perdón. Te deseo, Señor, y deseo la plenitud de tu amor, porque de tus primicias ya me has hecho abundar.
El fuego que en ti salta
tan bello y peligroso
me hace volar cual halcón embebido
en busca de tu agua clara
donde apagar mi deseo