12 de marzo
Lunes III cuaresma
Lc 4, 24-30 Ningún profeta es bien mirado en su tierra
¿Dónde están los profetas en nuestra tierra? Ya desde antiguo nos has ido guiando, a través de los profetas, por el camino de salvación. Profetas incómodos, que nos señalan con su vida tu voluntad, que denuncian las injusticias, que claman y reclaman en tu nombre. Profetas que parecen haber desaparecido sobre la faz de la tierra, de tu Iglesia, y que sin embargo siguen estando en medio de nosotros. ¿Qué hacemos para no saber mirarlos?
Profetas sanadores plenos de luz y espíritu, profetas olvidados y ocultos en una sociedad mediática, profetas acallados desde dentro de las estructuras. Hombres y mujeres olvidados en un mundo demasiado vertiginoso que no sabe o no quiere escuchar.
Escucháis mi voz y calláis, véis mi luz y ciegos volvéis la cara, os levanto y preferís vivir agachados ¿hasta cuándo gritaré en el desierto de vuestros corazones?
Yo creo que muchas veces nos falta autocrítica.
Que no nos paramos y ponemos atención a lo que nos dices, por medio de tu Palabra, ministros y de los acontecimientos de nuestras vidas, que siempre nos hablas Tú.
«¿Qué hacemos para no saber mirarlos?»
Ceguera total.