4 de julio
Lunes XIV
Gen 28, 10-22 Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía
Te haces presente en el instante más inesperado, abres mis ojos a tu presencia, tan real, tan oculta, tan manifiesta. Caldeas mi corazón, quitas las escamas de mis ojos, me haces consciente de mi ignorancia. Aquí, ahora, estás en este lugar. Me abres al misterio y a la totalidad de tu ser que me hace ser en ti.
Planté mi tienda en el desierto y apoyando la cabeza en la almohada me dejé arrastrar por el ritmo acompasado de la respiración de mi familia. De repente allí estabas tú, sin buscarte, sin esperarte, sin ni siquiera añorarte y apenas presentido unos minutos antes. Un regalazo bajo el cielo estrellado
¡¡Qué maravilla y regalo, saber que siempre te haces presente Señor!!
Te manifiestas en cada momento, aunque no seamos muy consciente.
Nos ayudas, nos alientas, nos das fuerzas para remontar nuestros baches,
no nos reprochas nada, nos sales al encuentro y nos abrazas. ¡¡Gracias Señor!!