6 de abril
Viernes octava de pascua
Jn 21, 1-14 Y aquél discípulo a quien Jesús amaba le dice: Es el Señor
Alzo la mano para que me abraces con tus brazos abiertos, crucificados, ya liberados, y me estreches por detrás y por delante, con susurros sigilosos que me adentren en ti. Alzo la mano cubierta con tus arrullos de espumas marinas. Alzo la mano para que tu mano amorosa me proteja, y haga brotar de mi ser tuyo el más puro manantial. Alzo la mano para que pongas tu palma en mi boca y recojas mi acto de fe y amor al reconocerte, es el Señor.
¿Eres tú quien me despierta en la mañana y me llena de ilusiones?
¿Tú quien me empuja hacia otro lado vaciando mis caminos?
¡Eres tú!