Venid y veréis

4 de enero
Tiempo de Navidad
Jn1, 35-42 Venid y lo veréis

Así respondes a mis preguntas ¿dónde vives, donde moras, dónde estás, dónde dónde dónde? Y me invitas ir hasta Ti, pobre en Belén, a ponerme en camino como los magos de oriente, a dejar los lugares donde vivo instalado y seguro, en ir hacia lo desconocido, pues ahí, en un pobre portal, en donde menos me lo espero, estás tú. Llámame, Señor,  y quítame las ataduras para que pueda ir y verte.

Testimonio

3 de enero
Tiempo de Navidad

Jn 1, 29-34 Y yo lo he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Que te vea, Señor. Continúo con la oración de ayer pidiendo que abras mis ojos a tu presencia que alienta, que infunde vida que manifiesta sin reserva tu ser salvación para cada uno de nosotros. Que te vea, Señor, en lo escondido de mi corazón y en los acontecimientos de cada día. Dame, Señor, una mirada de fe para poder dar testimonio de ti, de que eres el Hijo de Dios que ha venido para darnos vida, y vida abundante.

No le conocéis

2 de enero
Tiempo de Navidad
Jn1, 19-28 En medio de vosotros hay uno que no conocéis

Estás en medio de nosotros, Señor, y no te conocemos porque no te vemos en nuestros hermanos más necesitados; no te vemos en medio del consumo desaforado de estas fiestas que cada año son un poco más paganas en esta cultura nuestra globalizada; no te vemos en lo profundo de nuestro ser, incapaz de hacer silencio, de parar, de contemplar. No te vemos, Señor, y no te conocemos, y ni te amamos ni te servimos. Y sigues viniendo a nosotros, y nos invitas a ponernos en camino y adorar.

Santa María, Madre de Dios

1 de enero de 2008
María Madre de Dios

Lc2, 16-21 María conservaba todas estas cosas en su corazón

Conservaría todos los misterios relacionados con el nacimiento de Jesús, que seguimos celebrando. Conservaría las palabras de amor que Dios pronunció sobre ella, palabras de bendición, y que nos llegan también a nosotros, dichas por Jesús, desde el regazo de María, al principio de este año, cuando vamos a adorarle: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz” Y se que haces realidad esto en mi vida. Gracias.

 

 

Fin de año

31 de diciembre
Octava de Navidad
Jn 1, 1-18 Hemos contemplado su gloria
¿Este año 2007 que hoy termina he contemplado tu gloria? ¿He visto tu paso  y tu presencia en mi vida?
Quizá sea un buen momento, hoy, dedicarle diez minutos ( ¿de dónde saco diez minutos hoy, fin de año, con tanto que tengo que hacer y preparar?) para darte gracias, Señor, por todo lo que he recibido de ti; para pedirte perdón por tanta infidelidad con la que respondo a la desmesura de tu amor. Para pedirte que me sigas dando el don de la fe.

Sagrada Familia

30 de diciembre
Sagrada Familia
Col 3, 12-21 Como elegidos de Dios…

Como elegido por ti quiero escuchar tu palabra y aplicarla a la vida de mi familia, de los que tengo más cercanos, de mi comunidad…

…vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. Por encima de todo el amor, que es el ceñidor de la unidad. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; Sed agradecidos. Que la palabra de Cristo habite en toda su riqueza entre vosotros.

Irse en paz

29 de diciembre
Octava de navidad

Lc 2, 22-35 Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz

La paz del saberte presente en medio de nuestra historia y nuestra vida; la paz del haberte reconocido con estos ojos que se han de comer la tierra y, sin embargo, si te ven a ti te seguirán viendo en gloria y esplendor. La paz del que reconoce tu luz como la que ilumina el mundo, la luz interior que me ofreces, que ya me das, porque me haces tuyo. Tu paz, Señor, que he cantado en la noche de paz. ¿Qué paz recibo de ti?

Santos Inocentes

28 de diciembre
Santos Inocentes

Mt 2, 13-18 Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes

La madre llora a su hijo, a sus hijos, junto a la cruz del mundo. Inocentes que mueren de hambre, que son desplazados, que sufren la falta de higiene, de salud, de medios culturales. Hijos e hijas de nuestro mundo maltratados, prostituídos en la degradante esclavitud sexual infantil,  padeciendo los  horrores de la guerra, presos de nuestra sociedad de consumo, del placer, de la abundancia que esclaviza, que margina…carentes de afectos, llenos de todo y de nada….santos inocentes de nuestra sociedad, de nuestro mundo…Su madre rehúsa el consuelo, porque ya no viven.

San Juan Evangelista

27 de diciembre
San Juan Evangelista
Jn 20, 2-8 Entonces entró también el otro discípulo….

Entró, el que había llegado primero al sepulcro, el que había corrido como loco de amor, con el corazón desbocado, no lo puedo creer, no está su cuerpo amado, se han llevado su persona y las mujeres no saben donde lo han puesto. Vio y creyó pues el amor es capaz de abrirse, desde el deseo, a otra realidad que ni el ojo vio, ni los oídos escucharon, ni las manos tocaron, ni el tacto tocó, ni la mente es capaz de alcanzar. Otra realidad que es, que está en tu interior.  La realidad que supieron ver los pastores en Belén, en un niño, y el discípulo amado en un sepulcro vacío. Vio y creyó.

 

San Esteban

26 de diciembre
San Esteban

Salmo 30 A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
A tus manos…en tus manos…es una oración que repito cada día, normalmente con las palabras del beato Carlos de Foucauld: “Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias”. En tus manos de niño que se abre a la vida; en tus manos de crucificado que se abren para abrazar a la humanidad; en tus manos de Padre, que todo lo acarician con tu amor; en las mismas manos que se puso Esteban, el primer mártir, unido en la vida y en la muerte a ti. Porque en tus manos, Señor, abandonado en ti, todo tiene sentido.