19 de marzo
Miércoles Santo
Is 50, 4-9 Cada mañana me espabila el oído, para que escuche
Lo que el profeta escribe del varón de dolores, que se aplica a ti en la cruz, Señor, ( yo no me resistí, ofrecí mi espalda a los que me apaleaban, no me tapé el rostro ante ultrajes) es la manera que hoy tienes de abrirme el oído a la realidad de tu salvación. Me ayudas en tu cruz, que me ofreces. Te acercas a mí en tu pasión, en la que me invitas a participar. Me dices una palabra de aliento cuando expiras y entregas tu espíritu, para darme vida. Quedo en silencio, escuchándote, Señor.