12 de julio
Martes XV
Ex 2, 1,15 La hija del faraón, conmovida…
En el principio de cualquier salvación está el conmoverse, el dejar que la realidad interpele nuestro corazón y de una respuesta que nos implique y comprometa como persona. Mirar la realidad con tus ojos misericordiosos, llenos de compasión. Mirar la realidad del hijo de los hebreos en una canastilla, y salvarlo de las aguas. Danos tu mirada y tu compasión.
Por compasión nos unimos al dolor del otro, por amor dejamos nuestro ámbito conocido y nos adentramos en la noche oscura del alma ajena; recordando tu ternura nosotros también la ofrecemos hasta el límite de nuestras fuerzas.
La compasión es silente, pero todo lo dice
Yo también he sido salvada por el agua en el bautismo.
Me purificó, me incorporó a tu cuerpo Místico.
¡Que ésta lluvia de tu gracia fecunde en mi corazón!