10 de diciembre
Viernes II de adviento
Is 48, 17-19 Si hubieras atendido a mis mandatos sería tu paz como un río
Tú me enseñas para mi bien, me guías por el sendero justo, por el honor de tu nombre. Tú, Señor, me conduces hacia fuentes tranquilas. Pero me cuesta creerlo, asimilarlo vitalmente, nutrirme de la certeza de que atendiendo a tus mandamientos mi paz sería como un río. Incluso me gustaría desprenderme incluso de la promesa, y solo amarte por ti, que eres la paz.
¡¡Desde siempre nos pide que te escuchemos Señor!!
Perdóname por las veces que no atiendo tu Mensaje, que me salto el estar atenta a lo que quieres de mi. Lo quiero Señor, enseñame tu Voluntad.
«Incluso me gustaría desprenderme incluso de la promesa, y solo amarte por ti, que eres la paz»
La «promesa» y «Él» solo son uno.
Feliz renacimimiento espiritual. Cuida al «Niño», es único y especial.
Paz y Bien… Dios te bendiga, hermano Luis.