28 de diciembre
Santos inocentes
Mt 2, 13-18 Mandó matar a todos los niños
En Herodes todos los hombres somos culpables del asesinato de tantos inocentes. Nuestra indiferencia, hoy también, nos hace cómplices. Solo el derroche de tu misericordia y tu perdón me permite vivir consciente de mi pecado y no abismarme en mi absoluta iniquidad. Hazme comprender, Señor, que al matar al inocente te estoy matando a ti, dador de vida.
Desgraciadamente siguen muriendo muchos más niños de los que mandó matar Herodes.
Ya se decide de la vida como de un papel, cuando quiero la elimino. La vida no nos pertenece a ninguno de nosotros Señor, pero nos creemos sus dueños ¡¡Pido perdón por tantas vidas segadas!!
El don grandioso de dar cauce a una nueva vida, en ocasiones, no está exento de riesgo, ni de dificultades, ni de incomprensiones…
Sólo la generosidad de los nuevos padres, pero también del resto de la sociedad, hará que el recién nacido encuentre, como en un nuevo Nazaret, el amor, la alegría y la felicidad que todo ser humano necesita.
Si todos nos implicáramos en ayudar a quien lo necesita, quizás quedaran abolidas, para siempre, prácticas aborrecibles.