27 de julio
Miércoles XVII
Ex 34, 29-35 Tenia radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor
Resplandecer con la luz de tu mirada. Ser luz en tu luz. Sin saberlo. Sin considerarlo. Como el niño, que juega sin saber que juega. Así Moisés baja de estar contigo sin ser consciente de que tenía resplandeciente la piel, de haber hablado contigo, Señor. Gracias por los moiseses que pones en mi vida, y que me hablan de tu luz y tu verdad.
Verme en tu luz, ver tu resplandor en los demás como rayo que ilumina nuestro caminar, luz presente en las tinieblas, luz que transfigura y nos hace renacer de nuevo. Luciérnagas de amor.
Te buzco,intento encontrarte en mi vida, deseo que hagas morada en mi. No pretendo nada extraordinario, solo saber que Tú eres mi Luz.
Necesito tener el corazon y los ojos abiertos para ver la luz que entra por los pequeños huecos de mi vida y quiero ser espejo para poder reflejarlo en los demas y que sobre todo me ilumine y me guie