18 de julio
Miércoles XV semana
Ex 3, 1-6.9-12 Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable
Acercarme a contemplar las maravillas que, sin que tantas veces me de cuenta, estás obrando en mi vida, en la vida de los que me rodean, en la historia actual de la humanidad. Tener ojos para le milagro cotidiano, que me pasa desapercibido. Moisés tuvo ojos para ver la zara arder, sin consumirse. Se descalzó y adoró tu presencia, tu ser. Que haga yo lo mismo, cada día.
Los milagros cotidisnos… ¡Qué razón tienes! ¡Cuántas veces se nos escapa entre los dedos la cotidianeidad esperando «el gran milagro»!
Dios me sale al paso cada día de innumerables maneras. ¡Y cuántas veces yo sigo indiferente!
Gracias por la reflexión.
Un abrazo fraterno
Es verdad que pasan a nuestro lado los milagros más maravillosos sin que nos paremos a contemplarlos.
Hay que pararse solo un momento para mirar alrededor y ver cada segundo las maravillas que obra Dios en nuestra vida.
Amanecer cada mañana, abrir los ojos y poder ver, empezar a caminar, estrechar una mano, mirar al amigo, al compañero, al que está a nuestro lado, y salir afuera, y abrir tu casa, y abrirte tú mismo, y mirar alrededor, y ver, y observar, y contemplar. Y después, como hizo Moisés, delcalzarnos y adorar su presencia cada día.