18 de mayo
Sábado VII de Pascua
Jn 21, 20-25 El mismo que en la cena se había apoyado en su pecho
Como el discípulo amado he querido estar apoyado en tu pecho a lo largo de toda esta Pascua. He estado en ti y en otros muchos regazos que me sacan de ti y me llevan por extraños vericuetos alejados de tu Pascua, de tu muerte y resurrección en el amor. Me sé discípulo amado y querido por ti. Se me llamado: “Tú, sígueme”. Hombre débil y de muchos años de cerrazón, que lo confía todo a tu misericordia. Entregado y rendido. Apoyado en tu pecho, entre las azucenas olvidado.
Galopa mi corazón
en la montura de tu amor
al sentir en tu pecho
el aroma de tu flor
Quiero serte fiel, es mi deseo.
Sé que cuento con la gran misericordia que me tienes.
Te ruego que aumentes mi fe, y yo haga de corazón lo que me pides;Tú, sígueme
Estar apoyada en tu pecho, llenarme de tu amor entregado en la cruz, inundarme de la alegría de reconocerte resucitado, sintiendo el calor de tu cercanía. Estar apoyada en tu pecho hoy para recibir al Espíritu Santo, para recibir tu espíritu.
Señor, que el calor de tu pecho me haga llenarme del espíritu de tu amor.
¡Ven Espíritu Santo!.