7 de mayo
Miércoles VII de Pascua
Hechos 20, 28-38 Os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia
Al despedirse de la comunidad de Éfeso, Pablo les dice esta frase. Te doy gracias, Señor, por todas las personas que me han puesto en tus manos, que me han acompañado hasta ti, que han rezado por mi, que han proclamado tu palabra de gracia para que la escuchara y abriera mi vida, como hizo María, a tu voluntad. Gracias, Señor, por todos los que me han evangelizado y lo siguen haciendo. Gracias por tu Espíritu, por tanta vida tuya como recibo a través ellos.
Estos días me encuentro trabajando en Buenos Aires (Argentina). De hecho, el Espíritu el día de Pentecostés me encontrará por aquí…Lo celebraré en la iglesia de Ntra Sra. del Pilar en el barrio de Recoleta.
Yo te doy gracias por mi visita al colegio Marianista (Rivadavia), por la conversación con Pancho (s.m) y los oros, por ver a alumnos y padres del colegio. Gracias por el grupo de profesionales con los que estoy trabajando estos días.
Por todo ello suscribo, Nano, tus palabras:»Gracias, Señor, por todos los que me han evangelizado y lo siguen haciendo. Gracias por tu Espíritu, por tanta vida tuya como recibo a través ellos».