23 de diciembre
IV Domingo de adviento
Mt 1, 18-24 Se le apareció en sueños un ángel
José, en el sueño, entra en la realidad. José es soñado por ti, y tus sueños, Señor, le devuelven la vida que se le escapaba por la herida del dolor, le dan la comprensión de lo que le está sucediendo. Más allá de las razones, de las argumentaciones, de los sentimientos, del yo herido, más allá estás tu mostrando la realidad de la vida, de nuestra vida. Y nos preparas para recibirte si somos capaces de intuir la realidad de la salvación que se nos desvela en el sueño. Tu sueño para la humanidad, que se hace realidad en Jesús.
Abenduak 23- Abenduko IV Igandea.
Mt. 1,18-24 Jaunaren aingerua agertu zitzaion ametsetan
Jose, ametsetan, errealidadera sartzen da. Zuk eragindako ametsak osatzen dute bere zauriaren mina, eta gertakizunen argitasuna. Arrazoiak, argudioak, sentimentuak, baina haruntzago Zu zaude, Jauna, gure bizitzako errealitatea agertzen. Eta Zu onartzera prestatzen gaituzu, salbamen errealitatearen muina somatzen badugu; ametsak dakarkigun errealitatearen muina. Gizarterako zure ametsa, errealitate egiten baita, Jesusengan.
San José, casto barón
Tierno protector del Mesías
Dulce esposo de María.
Ejemplo del trato y la cordura
El santo también paso por noche oscura
En el sueño le hace Dios ver la causa
Y corrió a los pies de María con rosas blancas.
Feliz Navidad, con todo cariño Mercedes.
«José, su esposo, que era bueno». Son palabras del Evangelio.
San José, igual que María, escucha al Angel, confía en Dios y acepta su voluntad. San José, especialista en las virtudes calladas es un ejemplo para nosotros.
Él, igual que María colaboró en darnos al Salvador con su entrega, con su amor, con su silencio. Él no tuvo miedo y aceptó la voluntad de Dios.
San José, cuando despertó, hizo lo que le había mandado el Ángel. Ayúdame Señor a ser como José, a no tener miedo, a escuchar y a confiar en ti y se cumplirá el sueño de recibir en mi vida a Enmanuel.