10 de abril
Martes octava de pascua
Jn 20, 11-18 ¡María!
Aquí estás, Señor, tan cerca, al alcance de la mano, lleno de vida, resucitado. Sin embargo, tantas veces, tantos días, tantos años, tantas pascuas, aún estando a mi lado, no soy capaz de reconocerte, como María, que “ve a Jesús de pié, pero no sabía que era Jesús”. Verte sin verte. Saberte sin reconocerte. Necesitado de que me preguntes ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? Deseando que digas mi nombre, para que tu voz conmueva lo profundo de mi ser y pueda exclamar “Maestro”; si, Señor, tú sabes que te amo.