15 de septiembre
XXIV domingo
Tim 1,12-17 El Señor derrochó su gracia en mí
Es verdad. El tesoro de tu gracia ha sido un derroche en mi vida, lo sigue siendo. Me has dado la fe en Ti, tu amor misericordioso. Te has compadecido de mi pequeñez, del pecado que roe mis entrañas. Te has hecho reconciliación y salvación. Me has envuelto en tu abrazo, tan cálido y tan paternal que aún conmueve mis entrañas. Toda compasión, toda bondad, toda ternura. Hazme transmisor de tu gracia, testigo de tu amor en el mundo.
Deja que redoblen a muerto
las campanas del valle.
Y que dichoso,sereno,
camine hacia la muerte
sin saber a dónde voy, ni cómo.
No hay serenidad ni dicha
sino alarido y estertor final.
No por esperada la muerte deja de ser muerte.
En la fosa se pudre el ser;
hasta ahí baja como rocío
tu misericordia.
Del polvo la nada resucita.