8 de junio
Viernes IX
Mc 12, 35-37 La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.
De esto se trata, Señor: de disfrutar, de gozar, de revivir escuchando tu Palabra. Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios porque me ha revestido con un manto de triunfo y me adorna con las mejores galas, cuando de la boca brota tu Palabra. Cada vez que tu Palabra es pronunciada sobre mi, Señor, se alegra mi espíritu y se gozan mis entrañas y mi carne descansa serena.
Yo quiero disfrutar siempre escuchándote Señor, quiero que tú Palabra cale muy hondo en mi corazón, con Ella sé que voy por el camino recto, que puedo estar segura de que estoy intentando hacer tu voluntad. ¡¡Hazme buena receptora de Ella!!
Tu nombre se me revela a cada paso entre las líneas que dibujas, tu aliento en la palabra pronunciada desde antiguo, tu mano en mi torpe caminar entre las brumas