10 de noviembre
XXXII Domingo
II Ts 2, 16-3,5 Os consuele internamente
Es el verdadero consuelo: el interno, el que me das sin que apenas me de cuenta, sin percibirlo, pero es que transforma mi vida desde dentro, donde tan solo tú secretamente moras. Ahí pones tu consuelo, ahí alimentas mi esperanza, ahí me nutres y me das fuerza. Me consuelas y me desbarajustas, me fortaleces en mi debilidad y me debilitas en mi fortaleza, abonas mi interior con tu presencia silenciosa que llena mi existencia con tu única palabra. Gracias.
Mi anhelos en esta vida, es ser verdadera receptora de la confianza que has depositado en mi.
Que el regalo de tú Amor, recibido de tu Divina gracias, se mantenga siempre en mi corazón.
Que nunca pierda la Esperanza, que confíe plenamente en tu Palabra de Vida.
Inúndame con palabras de vida eterna y sáciame de tu presencia, para que alcanzada por tu misericordia despierte sin que nada tema