28 de abril
V domingo de Pascua
Ap 21, 1-5 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva
Aquí estás, Señor, aquí mismo, con toda la novedad que encierra la realidad transformada por tu presencia. Aquí, Señor, en esta tierra baldía, en esta nube ligera, en las hojas tiernas que mece el viento, en el polen que se desparrama, aquí mismo está el cielo nuevo en la tierra nueva. Aquí, Señor, en la mirada de mi corazón, acierto a vislumbrar la novedad de tu ser entre nosotros, tan infinita, tan inabarcable, tan cercana, tan entrañada, tan auténtica.
Dijo un ángel: «… decid a sus discípulos y a Pedro que Él irá delante de vosotros…»
Señor, Tú siempre vas delante y seguirte y encontrarte es tarea de cada uno.
Con los árboles reverdecidos y la primavera resplandeciendo en todos sus colores por campos y veredas, hay que ponerse en camino. Salvar quebradas y buscarte, Señor, entre los que todavía no te han encontrado para acompañarles en su caminar.
Ama al que te ama
Ama al que te odia
Ama a quien te ofende
Ama a quien te alaba