13 de abril
IV domingo de pascua
Salmo 22 El Señor es mi pastor, nada me falta
Tantas veces leído, tantas veces repetido, alguna vez rezado, este salmo, Señor, me vuelca todo en ti como garante y protector de mi vida, como reparador y restaurador de mi existencia, como delicia de luz y remanso de paz, apaciguador en medio de las vicisitudes, tan corrientes y amenas, de la vida. Pastor, buen pastor, que me guía, me nutre y me garantiza bondad y misericordia todos los días de mi vida. Gracias Señor. Gracias que recito con el salmo.
Sí, Salmo 22, tantas veces leído, repetido, rezado, meditado en momentos malos, tomado como medicina divina, como salmo curativo.
Sentir las verdes praderas donde me hace recostar, beber de las fuentes tranquilas adonde me conduce, dejar que repare mis fuerzas, caminar por el sendero justo sin temer a la oscuridad porque me siento llevada por él, dejarme sentar ante una mesa repleta y dejarme ungir la cabeza de perfume, saberme acompañada de su bondad y miseriacordia todos los días de mi vida y habitar en la casa del Señor.
Gracias Señor por las caricias que recibo de tu mano en este Salmo.