27 de abril
Lunes IV de Pascua
Jn 10, 1-10 Yo soy la puerta
Tú eres la puerta del aprisco, tú abres el horizonte de mi vida en la plenitud de la verdad, tú me tocas con tu mirada, y me muestras la salvación. Déjame entrar en tus umbrales, Señor, umbrales de vida y de luz resucitada. Déjame entrar y olvidar todo lo que me aleja de ti. Puerta dulce, puerta estrecha, puerta de liberación, puerta que abres….tú, la puerta, estás a mi puerta y llamas…¿por qué no te abro y muero ya de una vez?

Si la noche me alcanza
Guíame
Si los ojos se cierran
Condúceme
Si mis pasos se detienen
Llévame
Que no sea yo quien me habite
que mis caminos muestren tu camino
y que el Espíritu que me invade nos muestre la salida