24 de noviembre
Sábado XXXIII
Ap 11, 4-12 Un aliento de vida entró en ellos
Soy ser porque tú me alientas, Señor, y me das la vida con tu Espíritu de vida. De mis muertes me sacas con tu aliento. Tu aliento me llama a ser vivo en el don de tu ser para mí. Tu aliento me alienta, me renueva, me reconstituye. ¿A dónde iré dejo de tu aliento? ¿Por qué soy tan torpe para entenderme en ti, y recocer el soplo de tu creación, la brisa de tu amor?
Extender los brazos para ser abrazada por tu sol.
¿Por qué soy tan torpe para reconocer la brisa de tu amor?
Ayúdame Señor a querer mi torpeza.