3 de septiembre
Martes XXII
Salmo 26 El Señor es mi luz
Tendido a tu sol, bañado en tu luz, en la serenidad de tu nombre, en tu presencia. Siempre tu luz, la aurora, el despertar, los levantes. Tu luz. A la luz de tu rostro. Amanecer cada día en la claridad de tu presencia. Ir viendo cómo me pasas de la noche a la luz. Ilumina los ojos de mi corazón para contemplar la dulzura de tu rostro recién amanecido. Tu sol con lanza luminosa, rompe la noche y abre el día. Estreno claridad de corazón cada mañana. Se hace tu gracia más cercana, y es más sencilla la verdad.
El sol se hunde en el horizonte tiñendo de naranja y plata el agua, la tierra, las cumbres, las nubes…
Y cuando la oscuridad se impone parece que el sol no podrá surgir de nuevo. Pero transcurrido un lapso de tiempo, y a pesar de nuestra incapacidad para creer en lo que nos supera, el alba anuncia que los rayos del sol se esparcen y pronto se elevará, una vez más, por el punto opuesto a su descenso, dando luz, calor, energía y vida.
Y el nuevo día, distinto y único, nos brindará la posibilidad de darte gracias, Señor, por la vida, las vicisitudes, el amor. Por tu presencia, Señor.
Con la certeza plena de saber y sentir tu resplandor en mi vida. Me dejo guiar por El, confío en los caminos que me vas indicando. ¡¡Gracias por no abandonarnos nunca Señor!!
¿Quien decís que soy yo?
¿una loca arrogante?
¿una mística de barrio?
Tan solo una persona ocupada por Dios
que sufre por no poder callar su mensaje
y que no puede caminar sin su presencia
¡Ojalá le escucháseis en la arena
en el suave murmullo del silencio
en la soledad de los muros vacíos!
Ahí comprenderíais cuán grande es su mensaje
os quemaría su palabra y tendríais que dejarla salir
para sentir paz
para nadar en su amor
para desaparecer en su luz
¡no te cierres!
¡no te escondas!
hazte arena
hazte silencio
hazte muro
No respires en su presencia
no te muevas cuando llega
Desaparece para que él aparezca
deja que te lleve entre sus brazos
y te susurre al oido un lenguaje desconocido
Lleno de paz
lleno de luz
lleno de ti
¿Quién decís ahora que soy yo?
una loca enamorada que ni descansa, ni vive, ni camina
si no se pierde en la anchura infinita de su amado