6 de septiembre
Jueves XXII
I Cor 3, 18-23 Todo es vuestro, vosotros sois de Cristo, Cristo de Dios
Quedo un poco aturdido, señor, por la contundencia de esta frase que me ha elegido hoy. Aturdido por su rotundidad: todo es vuestro: el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. No lo entiendo y sin embargo se que es así. Todo lo tengo en ti, señor. Todo, sin reservas,, en la medida que me despojo, me desnudo, y me quedo vacío ante el todo que me ofreces. Vacío en mi nada para tu todo.
Que me esperes me emociona,
que me atiendas me subyuga,
que lleves Tú mi carga me libera.
Porque Tú eres Todo
y yo soy nada
y esperas paciente mi llegada,
en Tu Amor mi amor apenas es rescoldo.
“Todo es vuestro, vosotros sois de Cristo, Cristo de Dios
Quedo un poco aturdido, señor, por la contundencia de esta frase que me ha elegido hoy. Aturdido por su rotundidad: todo es vuestro: el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. No lo entiendo y sin embargo se que es así. Todo lo tengo en ti, señor. Todo, sin reservas,, en la medida que me despojo, me desnudo, y me quedo vacío ante el todo que me ofreces. Vacío en mi nada para tu todo.”
No tengo otra palabra más profunda ¡¡Amén!!
¿De quiénes son los montes, las aguas, el cielo? ¿de quién la risa, el llanto, el gozo? ¿de quién mi vida, mis noches, mis días?.
¿En quién vivo? ¿en quién muero?
Mi ojos me hablan de Ti