17 de enero
Sábado I
Hb 4, 12-16 La palabra de Dios es viva y eficaz.
Sigue pronunciando tu Palabra sobre mí, Señor, haz que la acoja y la encarne, la espere y la geste, la rumie y la de al mundo, como hizo María. Tu palabra me da vida, ayúdame a transmitirla.
Hago mía la oración de San Agustín, en las confesiones: que tu Palabra constituya para mí un encanto lleno de pureza. Que no me engañe en ella ni con ella sirva a otros de engaño. Señor, escucha y ten piedad.
«Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». La palabra está viva y es a través de ella como accedemos al Padre por encima de las aguas agitadas. Señor, que nunca desconfíe de tu infinita misericordia, que esté siempre alerta a cualquiera de tus manifestaciones, que sepa mirar en la debilidad en el espejo de tu Hijo, que pueda perdonar siempre como muestra de tu infinito amor.