3 de abril
Martes octava de pascua
Jn 20, 21-18 No me retengas
Alzo la mano para tocar tu leve vuelo de colibrí, alado aleteo que refresca el universo y liba las dulzuras de mi flor. Alzo la mano para tocarle, espuma de sueño, y me dices: no me retengas. No me retengáis, pues mi caricia es inasible y lo que cuenta es la fe. Desnuda. Como mi cuerpo resucitado.

¡Maestro! ¿por dónde vienes?
déjame buscarte antes de que tú me encuentres
no me ocultes tus ojos
ni retengas mis palabras
Dime, maestro bueno, ¿ dónde tienes tu morada?