Mil gracias

14 de diciembre
San Juan de la Cruz

Is 41, 13-20 Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos, y olivares

Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura; y, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de hermosura. Así es, y sigue siendo. Sin embargo, la maravilla de tu gracia creadora la estamos asfixiando con el consumo incontrolado de combustibles fósiles y energías contaminantes. Ya no va a haber espacio para la vida enamorada en nuestra tierra…aunque tú sigas amando con locura.

Tus fuerzas

13 de diciembre
Miércoles II de adviento

Is 40, 25-31 Los que esperan en el Señor, renuevan sus fuerzas.

Es verdad. Ante tanto cansancio existencial, ante tanto ir y venir sin saber de dónde o a dónde, ante tanta ansiedad mal digerida, es bueno releer hoy al profeta y saber que los que esperan en ti echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan. Porque fortaleces a quien está cansado y acrecientas el vigor del exhausto.

Para siempre

12 de diciembre
Martes II de adviento

Is 40, 1-11 La palabra de nuestro Dios permanece por siempre

Así es, tu palabra permanece para siempre, y viene continuamente, adviento tras adviento, en invierno, primavera, verano y otoño, para colmar mi vida con tu bendición, y llenarme de tus maravillas. Tu palabra, Señor, fuente de vida y abundancia. Tu palabra que llega a tiempo y a destiempo, y me muestra el camino que he de seguir. Dime una palabra y quedaré sano.

Desierto florecido

11 de diciembre
Lunes II de adviento

Is 35, 1-10 EL desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá.

Vida abundante, gozo y regocijo, fecundidad…y una armonía infinita que se deriva de tu paz. Gracias, Señor, porque tú vienes para desmesurar toda medida y hacer que la vida florezca sin fin, transformando nuestros desiertos en vergeles de tu misercordia.

Consolad

10 de diciembre
II domingo de adviento

Is 40, 1-5 Consolad, consolad a mi pueblo, –dice vuestro Dios–; hablad al corazón

Consolemos con el mismo consuelo con que tú nos consuelas. Consolemos a los más pobres y necesitados, a los marginados, haciendo que su carne sea nuestra carne, que su dolor sea nuestro dolor, que su grito sea nuestro grito….pongamos compasión y misericordia en sus heridas, y no nos cerremos a nuestra propia carne.

Sanación

9 de diciembre
Sábado I de adviento

Is 30, 19-21.23-26 Vendará la herida de su pueblo y curará las llagas de sus golpes

Tú, Señor, sanas y vendas nuestras heridas. Sigue enviando personas que sanen en tu nombre, que se acerquen a todos los que padecen los horrores de la guerra, del hambre, de la injusticia, de la marginación, de la violencia….derrama sobre nosotros el bálsamo de tu amor.

Inmaculada

8 de diciembre
Inmaculada concepción

Ef 1, 3-6.11-12 Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo

Así elegiste a María, antes de la creación del mundo, para ser Madre de tu Hijo, santa e irreprochable en el amor. Así nos miramos en María, la elegida, la predestinada, la llamada, la Inmaculada. En esta fiesta, Señor, cantamos tus alabanzas y proclamamos con las mismas palabras de María tú grandeza, porque has mirado la humildad de tu sierva.

Roca

7 de diciembre
Is 26, 1-6 Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua

Porque tú eres la roca de mi salvación, que viene y se ofrece cada día, mi vida está llena de confianza. Ayúdame, Señor, a edificar mi casa sobre ti, para que no haya vientos, ni lluvias, ni turbulencias que puedan acabar con ella…Que siga confiando en las maravillas de tu amor.

Señor de la vida

6 de diciembre

Miércoles I de adviento

Is 25, 6-10  Aniquilará la muerte para siempre

Aniquilas la muerte para siempre porque vienes cada día para darnos la vida abundante, porque eres el Señor de la Vida, porque quien se acerca a ti no tendrá jamás hambre, porque eres fuente inagotable que sacia nuestra sed…haznos instrumentos de tu vida en medio de nuestro mundo herido, que yace en tinieblas y sombras de muerte.

Tu espíritu

5 de diciembre
Martes I de adviento

Is 11, 1-10 Sobre él se posará el espíritu del Señor

Y con tu espíritu revoloteando por mi ser, posado en mi corazón, te contemplo, veo tu fuerza y tu gloria, y se que tu gracia vale más que la vida, toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote, me saciarás de majares exquisitos. Porque viviré en la tierra de tu armonía, de tu justicia y de tu paz.