18 de abril
Martes II de pascua
Hch 4, 32-37 El grupo de creyentes tenía un solo corazón y una sola alma
Unidad. Solidaridad. Del yo al nosotros. Solo muriendo a uno mismo, solo renunciando a tantas cosas que alimentan mi ego, seré capaz de abrirme al don de la comunidad, a tu Iglesia. Desde la fuerza de tu entrega por la humanidad, para que tengamos vida y vida abundante.