3 de febrero
Miércoles IV
Mc 6, 1-6 No desprecian a un profeta más que en su tierra
Parece que estamos condenados, Señor, a menospreciar o despreciar a las personas que se nos presentan en tu nombre, que sirven a la Iglesia con toda la generosidad de la que son capaces. Que desprecie tu sociedad a tus enviados, es malo. Peor es que dentro de la Iglesia menospreciemos, o ignoremos, a los que también vienen en tu nombre. Aunque sean diferentes a mí. Perdónanos, Señor.