Miércoles santo

4 de abril
Miércoles Santo

Is 50, 4-9 Yo no me resistí ni me eché a atrás

Contemplo, Señor, la actitud con la que afrontas la entrega de tu vida. No te resististe, Señor, no te echas atrás. Aceptas, Señor,  ser varón de dolores, ser siervo sufriente; aceptas, en silencio, sin abrir la boca, la humillación de ser acallado tú, que eres la Palabra. Aceptas, Señor, en el sufrimiento del Huerto de los olivos, sudar sangre de la tensión, que supone ser llevado el matadero. No te resistes ni te echas atrás. Si es posible aparta de mi este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya. Úneme a ti, Señor. Ni resistirme a tu voluntad, ni echarme atrás. Aceptar humildemente, unido a ti.