19 de noviembre
Lunes XXXIII
Lc 18, 35-43 ¿Qué quieres que haga por ti?
¿Qué más puedes hacer? Me has dado la vida, me mantienes en ella; me has dado la fe, me mantienes en ella; me tienes en la palma de tu mano. Y cada día me sigues preguntando ¿qué quieres que haga por Ti? Quizá porque no acabo de entregarme ya de vero, porque sigo poniendo resistencias a que tomes como prenda y posesión tuya. ¿Qué quieres que haga por ti? Rompe, Señor, la tela de este dulce encuentro.
Amigos:
Si supiéramos en realidad captar, la sutileza y generosidad del Señor…
No pondríamos tanta resistencia a su invitación a sus llamados, iríamos corriendo, y enamorados a Jesucristo Eucaristía, aceptando, y dando rendidas muestras de afecto.
Tú lo puedes todo, Señor, atráeme
A las delicias infinitas de tu amor,
A las dulzuras y ternura de tu corazón.
Quiero señor, que me enseñes, a quererte yo.
Cada día me preguntas, Señor, ¿qué puedes hacer por mí?. Creo que lo haces todo, porque todo lo que soy y lo que tengo me lo has dado y me lo das Tú.
Ahora te devuelvo la pregunta, Señor, ¿qué puedo hacer yo por ti?.
Yo, al conocerte, he recobrado la vista y el oído, oigo tu Palabra y te veo a ti en mis hermanos. La fe te la pido cada mañana al despertar para empezar a caminar, y cada noche al terminar el día: !Señor aumentame la fe!.
Con ojos, con oídos, con piernas para andar y con una fe, a veces tan pequeña como un grano de mostaza, ¿qué quieres de mí, Señor?.