16 de septiembre
Martes XXIV
Lc7, 11-17 No llores
La madre viuda, llevando a enterrar a su único hijo. No llores, le dices. Estás cercano al dolor de la humanidad. Resucitas al muerto. Vivificas, siempre. Me pregunto qué es lo que hago yo para compartir el dolor de quien más sufre, qué hago para vivificar en tu nombre, para llevar una palabra de aliento a quien está solo o desamparado, explotado o deprimido. Dame el unirme más a ti en tu samaritanidad.