15 de abril
II domingo de Pascua
Jn 20, 19-31 Señor mío y Dios mío
La palabra se hace expresión de fe, del corazón brota la exclamación sincera que ha disipado la duda, pues me permites reconocerte, Señor. Tomas ve y cree, nosotros no te vemos pero has puesto luz en nuestros ojos, bañados por la luz de tu resurrección, bañados por el resplandor de tu verdad. Quiero decir hoy y siempre, Señor mío y Dios mío.

Yo, desde que tengo uso de razón, quizás sin comprender muy bien lo que decía, exclamaba ¡¡Señor mío y Dios mío!! Era en el momento de la consagración. Ahora que entiendo mucho más, ya que maduré mi fe, sé que estás ahí presente, quiero seguir exclamando ¡¡Señor, mío y Dios mío!! Te veo muy presente en el mundo y en mi corazón. ¡¡Gracias Señor, por valerte de la poca fe de Tomás, para dejarnos esa profunda exclamación de FE!! ¡¡Señor mío y Dios mío!!