grandes y maravillosas

23 de noviembre
Miércoles XXXIV

Ap 15, 1-4 Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios omnipotente

Grande y maravilloso eres tú, y por eso tus obras manifiestan tu grandeza…la grandeza de tu maravilla. Justos y verdaderos tus caminos, oh rey de los siglos. Me acerco a ti desde mi pequeñez, desde el asombro y la admiración de contemplar tu belleza. Llegas y voy hacia ti.

no tengáis pánico

22 de noviembre
Martes XXXIV

Lc 21, 5-11 Cuando oigáis noticias de guerras y revoluciones, no tengáis pánico

Y son las noticias que recibimos continuamente, guerras y revoluciones, desastres naturales, el mundo que hemos generado que parece haber entrado en la locura colectiva. Fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. Cada día. Qué más esperamos para volvernos definitivamente a ti, atender los gemidos de los que sufren, escuchar la agonía de tu creación. ¿Qué tenemos que hacer para convertirnos y creer en el evangelio?

goza

21 de noviembre
Presentación de María en el templo

Zac 2, 14-17 Alegra y goza, porque voy a habitar en medio de ti

Habitas. Estás con nosotros. Conmigo. En medio de los acontecimientos de cada día, en la realidad más real, cuando las cosas parecen desestabilizarse…una caída, una rotura, una incógnita…tu palabra, es clara, alégrate y goza, goza con el gozo que te da la seguridad de que habito en medio de ti. Ahí estoy. Para darte la fortaleza que necesitas.

Cristo rey

20 de noviembre
Cristo Rey

II Sm 5, 1-3 Carne tuya somos

Carne de tu carne. Carnales. De tu carne real. Encarnados. Unidos a tu realeza. Cristo rey. En el bautismo nos has incorporado a tu ser. En la pequeñez, en la vulneración, en la fragilidad, en ti, Señor, recibimos la corona de gloria. Gracias.

3 de diciembre
Sábado I de adviento

Is 30, 23-26 Cuando el Señor vende la herida de su pueblo

Y ahí estás tú, señor, derramando el bálsamo de tu misericordia entrañable en las herida de nuestro amor. Ahí estás tú, Señor, curando nuestras heridas. Ahí estás tú, Señor, que vienes para sanarme, para sanarme. Vendando la herida de tu pueblo, su sufrimiento, su dolor, tan real, hoy.

de vivos

19 de noviembre
Sábado XXXIII

Lc 20, 27-40 No es Dios de muertos, sino de vivos

Desde el principio de este mes, el recuerdo permanente de la vida en ti. El Dios de la vida. Señor y dador de vida. Tú nos ofreces vida, y vida en abundancia. Tú me llamas a dar vida en tu nombre, desde la ternura, la compasión, la cercanía, las entrañas de la misericordia. Gracias, Señor…

Paladar

18 de noviembre
Viernes XXXIII
Salmo 118 ¡Qué dulce al paladar tu promesa, más que miel en la boca!

Más que miel en la boca. Tu dulzura es la dulzura de mi corazón, la promesa de la vida en ti, que ya paladeo en estos momentos, alimenta mi vida. Abierto a tu palabra, que llega como manjar por la mañana…Tu delicia es la delicia de mi corazón, abierto al don de tu gracia.

La paz

17 de noviembre
Jueves XXXIII

Lc 19, 41-44 Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz

Pues en un mundo lleno de guerras y discordias necesitamos reconocer el don de la paz que precede de ti, de esa paz que nos dejas, de esa paz que nos das. De esa paz, Señor, que es fuente de dicha y de bendición. Haz de mi un instrumento de tu paz, que donde hay odio yo ponga amor.

En lo pequeño

16 de noviembre
Miércoles XXXIII

Lc 19, 11-28 Ya que has sido fiel en lo pequeño

Ahí se juega nuestra vida: en la fidelidad en lo pequeño, en la respuesta que te damos cada día, en el trajinar de nuestros trabajos, de nuestras relaciones, de nuestro amor al prójimo, a los más necesitados, en lo que aparentemente no cuenta. Si soy fiel en lo pequeño me harás pasar a la riqueza eterna de tu amor, que todo lo desborda.

La salvación

15 de noviembre
Martes XXXIII

Lc 19, 1-10 Hoy ha sido la salvación de esta casa

Te escucho, Señor, en las palabras que le dices a Zaqueo, y se que me las estás diciendo a mi, en el momento en que escribo esta oración, que se la estás diciendo a otra persona en el momento en que lee esta oración y la hace suya. Siempre es hora de la gracia, de tu gracia, siempre es el tiempo propicio para acogerte y recibir de ti la salvación.